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Mostrando entradas de 2008

Reloj de Arena

Cuando nadie nos nombra el Ser se adelgaza cuando nadie nos toca este nombre, esta casa invento se tornan Sin el abrazo que contiene la calidez palpitante de la sangre, es un río el cuerpo cuyo instante no se palpa Cuando más vale hablarle a la piedra o a la montaña , cuando abrazamos y asimos a la nada no queda sino contar las horas que nos faltan

Abrazo de sol

Traspasa la ventana íntima el amanecer bermellón de cálidos augurios Ni una sola cosa hallaría forma si su contorno no fuera escrito con el haz de la piedra delirante Nada sería de los turgentes muslos de la amante satisfecha ni de la rigidez de un miembro en guardia dispuesto a cebarse con su presa Magnánima y clemente con los torpes otorga a cada uno vidas nuevas 365 días al año Al ingenuo rayo le concede el instante y pare las sombras que acompañan a los solitarios hombres a soberbios edificios a despeinados árboles Qué inútiles los ojos si no alumbrarán sus brazos la desdicha de la tierra y la dicha del poema

Llanto triunfal

Estar contenida por la piel, por el vaso, por la tierra caucásica que comprime en lava el hirviente fuego de la palabra que digo Construir mi nombre con la muerte de los míos Sobre el sarcófago inscribo las letras de la tristeza que decido ser Teóricos, no se confundan yo no lloro en los rincones y a escondidas Lloro a berridos arrancados con la piel del minuto desertor Mi queja no es lamento es canto Mi llanto no es tormento ni espanto No me duelen las lágrimas, me carcome la extensión máxima de mis brazos asidos a la mentira de periplos no creídos ni por el más alfeñique de lo insectos La lengua de los dioses lame la espalda tullida de la orfandad en que se mecen los días del abandono Ni la pueril lástima de la divinidad consuela el deseo perdido en un almanaque pútrido, merced del ácaro y el polvo ¿Dónde se pone el vacío? Que lo contenga una sima la sequedad de una laguna el cielo y una nube blanca el rayo y el rugido del poema doblegando mi garganta.

Incertidumbre

Ya van cabalgando por los valles potros fortísimos de brunas crines y rítmicos cascos que chapotean el rocío del amanecer en los pastos Es el delirio del hombre enamorado, que se desdobla en la aurora violácea, como techumbre para el paso de Apolo en busca de la gloria amada Acompañan las aves con su canto al corazón henchido, va trotando sin descanso, urgente del abrazo de una mujer de peplo cristalino No se cansa el jinete, no se agita el caballo, a cada trote es menos la distancia, ya se divisa el castillo de altas torres y doncella en esperanza Se detiene el caballero ante la puerta el viento agita su cabellera, se despierta la incertidumbre ¿el destino era ella o simplemente cabalgar sin rumbo fijo?

La isla

Qué envidia te tiene el turquesa mar en rededor de caña hecho de cielo, soberbia y son Mójame, te pido, y me devora tu azul descomunal S ube p or mi costado izquierdo tu caricia y es de sal Camino tu malecón albino, corro por una historia que n o es de piratas ni revolucionarios Busco secretos en tus piedras salitrosas en silenciosos cañones en resistentes hombres las piezas no coinciden la sonrisa sigue incólume la alegría de los bongos se contradice la dicha es una foto descolorida compartiendo el nicho con San Lázaro y un espejo roto piden las voces lápices, dulces y jabones yo solicito un sentido El trueque es caótico cambio un caramelo por un sueño la receta de un taco por un trago de ron la historia de Villa por la de Cienfuegos la Coatlicue por el Che en una moneda

Yo, guerrillera

Hace aproximadamente diez años decidí hacer mi tesis de licenciatura sobre el trato que la prensa nacional dio a la irrupción del Ejército Popular Revolucionario. En ese entonces, estaba atada a un trabajo y -me cuesta reconocerlo pero debo hacerlo- mi perspectiva estaba tan limitada que nunca pensé en la posibilidad de ir a Guerrero para contactar directamente a los miembros del grupo armado que se dio a conocer a un año de la masacre cometida contra campesinos en Aguas Blancas, Gro., hecho del que nos enteramos -gracias a la osadía del periodista Ricardo Rocha- sentados en la comodidad que provee la sala de televisión. Hoy no lo dudaría ni un segundo. Tomaría mis libretas, lápices, grabadora y cámara fotográfica y me iría a Guerrero, si estuviera investigando al respecto. Agradezco al periodismo la osadía que me ha inculcado en ese sentido. De haberlo hecho en aquello época o en ésta seguro habría una ficha en Gobernación, en la que yo estaría tipificada como “guerrillera” en el me

Del arte de conversar

Del arte de conversar Lejos. Muy lejos dejó Montaigne mi concepción sobre los buenos conversadores. Embriagados por su buen decir, la belleza de sus voces y las palabras de las cuales echan mano, es fácil rendirse ante los charlatanes, hoy mejor ubicados en el ámbito de la seducción mercadológica que incita nuestras necesidades más sublimes. Los verdaderos conversadores han sido secuestrados por el mercado, en su lugar se erigen impostores que han aprendido en las escuelas el empleo de usos retóricos y las técnicas publicitarias, con el fin de envolvernos en un ensueño de palabras que más temprano que tarde nos dejan sin asideros en el tortuosos camino de la vida. El buen conversador no es necesariamente el que cuenta historias sorprendentes, donde ficción y realidad están mezcladas para hacer de la ilusión nuestro deseo, ni tampoco el que cita de memoria los pasajes de la historia o de las obras literarias, ya lo dice Montaigne: “No hay que ceder siempre por verdad

Adiós a la cantina El Nivel y la pulquería Las Duelistas

Ahora resulta que estudiantes, investigadores, intelectuales, políticos, burócratas -los nombro a ellos por ser representantes de la UNAM y del Gobierno del Distrito Federal- se volvieron abstemios e impugnadores de la historia, la tradición y la cultura popular. Quiero imaginar a Chava Flores cantando tristemente sobre el canticidio y pulquicidio que en los últimos años las autoridades mochas e hipocritonas del GDF, y ahora –lo que faltaba- de la Universidad “autónoma” y defensora del libre pensamiento han cometido. Si el año pasado iniciamos con el cierre de al menos tres pulquerías -que en verdad eran reliquias del Centro Histórico, porque no sólo lo son las cajas halladas en las torres de La Catedral-, este año no ha sido menos lamentable, recientemente cerró sus puertas la pulquería Las Duelistas, que era atendida por don Arturo Garrido Aldana, en la calle de Aranda 28. Querido por muchos jóvenes y, valga decirlo, muchachitas que lo llamaban con cariño Don Artur , el dueño de esta