Yo, guerrillera

Hace aproximadamente diez años decidí hacer mi tesis de licenciatura sobre el trato que la prensa nacional dio a la irrupción del Ejército Popular Revolucionario. En ese entonces, estaba atada a un trabajo y -me cuesta reconocerlo pero debo hacerlo- mi perspectiva estaba tan limitada que nunca pensé en la posibilidad de ir a Guerrero para contactar directamente a los miembros del grupo armado que se dio a conocer a un año de la masacre cometida contra campesinos en Aguas Blancas, Gro., hecho del que nos enteramos -gracias a la osadía del periodista Ricardo Rocha- sentados en la comodidad que provee la sala de televisión. Hoy no lo dudaría ni un segundo. Tomaría mis libretas, lápices, grabadora y cámara fotográfica y me iría a Guerrero, si estuviera investigando al respecto. Agradezco al periodismo la osadía que me ha inculcado en ese sentido.

De haberlo hecho en aquello época o en ésta seguro habría una ficha en Gobernación, en la que yo estaría tipificada como “guerrillera” en el mejor de los casos y en el más probable como “terrorista”, aunque mis intenciones siempre han sido académicas.

Comprendo en exceso la situación de mi connacional en Ecuador, Lucía Morett, y lamento la de quienes fueron acribillados por el Ejército colombiano en tierra ecuatoriana.

En mi tesis abordé el cúmulo de adjetivos que los articulistas de opinión usaron para referirse al EPR, la mayoría de las veces para denostarlo y desacreditarlo ante la opinión pública; frente al EZLN se le llamaba “guerrilla mala”, y otros de plano se referían al grupo como “terrorista”, aunque nunca nadie llamó terroristas a quienes cometieron la masacre contra los campesinos en Aguas Blancas. Hubo quien comparó al EPR con las FARC, otros con Senderlo Luminoso y ETA, sin importar que cada uno de estos grupos responden a naturalezas peculiares porque son derivados de realidades distintas ¿Por qué pasarlos por el mismo racero entonces?

El EPR perdió así la guerra de papel, la guerra mediática que en estos tiempos no se debe descuidar.

Ante los acontecimiento en Ecuador contra el campamento de las FARC, que lejos de terminar con el apretón de manos entre los presidentes colombiano, Alvaro Uribe, y ecuatoriano, Rafael Correa, se vislumbra como el inicio de algo por venir, vale preguntarnos:

¿Por qué las instituciones periodísticas y quienes en éstas hablan o escriben piensan que podemos seguir comiéndonos el cuento de los “terroristas”, cuento institucionalizado a nivel mundial por el presidente menos apto que en toda su historia ha tenido Estados Unidos?

Por qué no hablar de la historia y los contextos, y dejar de vender la guerrilla y los movimientos sociales como productos noticiosos que la “masa” está ansiosa por consumir.

Terminada mi tesis, hace como seis años, más o menos, entendí que la mayoría de los que opinan escriben (o bien, escribimos) desde la comodidad de un asiento de oficina –muchas veces no tan cómodo, por cierto-, que muchos gozan de los privilegios de un sistema al que generalmente se oponen este tipo de movimientos sociales , lo que no tendría nada de objetable, pues finalmente cada uno cumple con un rol en esta vida, el problema es que antepongan su miedo, su bienestar y sus intereses personales a la crítica y la razón.

En estos días quisiera conocer un poco más sobre la naturaleza del surgimiento de las FARC, y no lo encuentro en los diarios, en la televisión ni mencionarla, es la vendedora de Guerra sudamericana del nuevo siglo.

Hay otra cosa que quisiera hallar en los periódicos, y esa diferencia que permite calificar a un movimiento social de :

Guerrilla,
Terrorista,
Movimiento alterno,
Organización civil

Y es que el uso de estos adjetivos es determinante para la aceptación o rechazo de un grupo social.

Colombia, bajo la enseñanza de Estados Unidos en Irak –invasión que ha cobrado la vida de 90 mil civiles-, justifica la violación de la soberanía de Ecuador y el asesinato de estudiantes mexicanos y un ecuatoriano con el uso del concepto “terroristas” que “amenazan la seguridad”. Que poca manera de pensar deja al descubierto, el presidente Uribe al copiarle a su homólogo Arbusto, desde cuyo trono todo aquello que se mueve sin su consentimiento o provecho es considerado “terrorismo”.

En fin, que yo seguiré investigando sobre las FARC porque mi curiosidad me lo demanda. Lo que de plano entristece es contar con periódicos poco cuestionadotes, tan condescendientes y acariciadores de las versiones oficiales.

Comentarios

leoboff1979 ha dicho que…
Hola Anita !!!
a ver cuándo escribes algo sobre (nosotros) tus compañeros en Caimito

1000abrazos !!!
Antonio J.
Madrid (españa)

supongo que aparecerá mi dirección abajo
leoboff1979 ha dicho que…
digo, arriba: aparece arriba
¿no?

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