Aleteos

Hay ángeles impíos.
Llegan, aletean alrededor
besan y se esfuman

Y uno se queda pensando
si fue ilusión, delirio
o fiebre de influenza,
o si sólo era el triste deseo
de sentirse querido

Sólo queda, como cada veintiocho
días
mirar la naciente luna a la espera
de pillarle en algún descuido,
bien para reprender el furtivo beso
bien para agradecerle el atrevimiento

A fin de cuentas

qué es nuestro tiempo,
sino voraz fuga

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