En una banquita del parque

© Anasella Acosta. Todos los derechos reservados

PERSONAJES

-ANCIANO
-JOVEN

Tarde. Parque de la ciudad de México. En medio del escenario una banca donde un anciano duerme la siesta, ha dejado el diario a un lado. A un costado, un árbol tan alto que no se ven sus ramas.

Cae una lluvia de hojas secas. Entra joven mirando que nadie lo siga, nervioso y trastabillando. Se sienta al lado del anciano, toma el periódico, en ese momento el anciano se despierta y lo observa. El joven aparenta leer y se cubre el rostro.


ANCIANO: Si al joven le gusta estar informado debiera comprar su propio periódico. Hágame el favor de devolverme el mío


JOVEN: Disculpe no, no pensé que fuera... (entregándoselo y temblando) Aquí tiene.


ANCIANO: Está nervioso, hombrecito. Calma, no es para tanto, total yo sólo leo la nota roja y uno que otro artículo. Puede usted quedárselo. Le recomiendo la nota de la mujer estrangulada.


JOVEN: (Escucha mas nervioso pero interesado).


ANCIANO: Fíjese el asesino actúo con tal limpieza que la policía no tiene pista alguna. Bueno, eso no justifica la ineficiencia de los peritos en nuestro país, si igual hubiera dejado un cochinero tampoco darían con él. Estoy seguro que debió ser un crimen pasional.


JOVEN: Y... y, y cómo puede, digo, por qué piensa que pudo haber sido su novio


ANCIANO: Mmm, amigo, los años, los años... aunque vale aclarar que yo nunca dije que hubiera sido su novio, bien pudo ser su amante, su pretendiente, su marido o un familiar, primo, tío o hasta su padre.


JOVEN: Bueno, yo, yo, pen... pensé...


ANCIANO: Vamos, joven cálmese ya le dije que podía quedarse con el diario, o acaso es tartamudo.


JOVEN: (Esforzándose por ser natural) Y... y cómo se lla...llamaba la muchacha


ANCIANO: Alonsa, que bonito nombre ¿no le parece?, suena a personaje de novela. Pero usted me sorprende, qué capacidad de intuición, ya sabe que se trata de una muchacha y ni siquiera ha abierto el periódico, por qué no pensó en una señora o una anciana, ya ve que está de moda asesinarlas.


JOVEN: Yo, yo, sólo suponía, que tal vez...


ANCIANO: Mmm, pues yo le digo que siguiendo en el terreno de las suposiciones -en el que usted resulta ser tan atinado-, para mí no hay duda de que fue un hombre enamorado quien lo hizo. Ah, pocos son los hombres que se enamoran ahora, pero quien lo hace, quien no se cuida de caer en las garras de ese maniático, enceguecedor, compulsivo y destructivo que es el amor, sólo puede terminar en el manicomio, en la cárcel o vagando por las calles, aunque también presos de su autodesprecio.


JOVEN: ¿Usted cree?


ANCIANO: Hombre, amigo, no sólo lo creo en estos setenta años he tenido tiempo de ser testigo de casos numerosos, y no me envanezco de ello, por el contrario, lo lamento, por los enamoradizos asesinos que andan sueltos por ahí, unos ratos doliéndose de haber matado el objeto amado, y otros tantos, gloriándose de haberlo hecho.


JOVEN : Preferí verla muerta.


ANCIANO: ¿Debo suponer que habla desde el terreno de la suposición?


JOVEN: Sí... sí


ANCIANO: Mire, joven, yo muchas veces estuve a punto de matarla, si a Matildita, mi mujer, pero en mi decisión ella me ganó, no se fijó al cruzar una avenida y un camión la arrolló. Me libre de la sublime tentación de matarla. Era tan bella que se merecía la muerte, como iba a andar por la vida contoneando las caderas arengosas, el talle justo y el rostro límpido. Si no era yo, iba a ser otro, y miré, le tocó a Dios, y le doy las gracias. Aunque muchas veces, la extraño... pero igual, habría terminado matándola.


JOVEN: (Ya sin tartamudear y con un tono franco) Pues por eso mismo lo hice yo. Por su risa perfecta, por sus cabello negro y lacio, por su andar como venido del cielo. Por eso me esperé a que Rufina, la señora que le ayudaba en la limpieza se saliera, entonces me brinqué y me fui a buscarla al cuarto y ahí andaba cepillándose las madejas lacias que siempre le olían a yerbabuena. Me acerqué le besé los hombros redondos. Al principio se asustó, luego se puso contenta y se rió, así, de esa forma sin tacha, enseñándome el desfile de alas blancas que eran sus dientes, que fueron hasta ayer. Y ya no lo soporté, tomé su cuello entre mis manos...


ANCIANO: (Se levanta) Tú la estrangulaste, a Mercedes Iturbe, la del periódico, lo supuse.


JOVEN: (También se levanta) Sí, si, yo fui, yo la maté, yo sentí como su existencia se diluía entre mis manos como agua sin más culpa que la de su insoportable belleza. Y la mataría una y dos veces más.


ANCIANO: Pero muchacho te has condenado.


JOVEN: Si usted lo comprende todo, por qué ahora me habla como un cura mojigato.


ANCIANO: Qué va, hombre. No hablo de condenas divinas, ni de cruces es... es una condena más cierta, más terrena, la de la conciencia.


JOVEN: (Se sienta) Esa ya la cargaba desde antes que la matará.


ANCIANO: (Se sienta) Muchacho, la conciencia tiene peso. Te aseguro que de ayer a hoy se ha triplicado al menos, y con el paso de los días lo hará más. Pero entiendo que no lo hayas podido evitar. Es el amor, ese embustero que se cuela por el cuerpo y le pudre a uno el alma y todo lo trastoca hasta hacerlo mierda, cuando no, nada.


JOVEN: Yo no he dejado de amarla; la quiero con su vestido azul y su cabello de noche y sus labios de ciruela.


ANCIANO: Basta, basta muchacho, que de sobra tendrás tiempo para recordarla en toda su pútrida perfección.


JOVEN: No quiero más que recordarla.


ANCIANO: Hay mujeres que son así, y hay hombres que se enamoran, y ahí es cuando dios escupe su veneno y juega a las marionetitas, hasta desgarrarles eso que se sabe incierto y que acá llamamos alma.


JOVEN: Yo le dije que me iba a casar con ella. Y ella dijo que sí y le di buen dinero para que se comprara vestido, aretes y zapatos. Desde entonces ya estaba planeando matarla, pero me iba a esperar a lo de la boda. Nada más que la vi con el tipo de saco y corbata, y eso sí me caló, y yo dije pues si ha de ser luego, que sea de una vez, para que ya no me duela que mire a otros, ni que le den la mano, ni le hablen, ni ella los oiga. De una vez, para que sea mía de verdad, mía entera y no de a ratitos, y así me quede con ella


ANCIANO: Y así te quedaste con ella, que ahora es tu conciencia. Pues mi joven amigo, comparto ese sentimiento, no el placer diminuto del asesinato, pero sí el más perdurable sentimiento de abandono, desolación e infierno que es regalo del enamorado (se levanta, toma el periódico, comienza a llover hojas secas) hasta que se quede sin pensamiento, como el árbol sin hojas. Disfrute su otoño que se avizora extenso. El mío ya esta próximo al final. Tenga usted buena tarde. (Sale el anciano. El escenario se oscurece. Luz cenital sobre el joven con la cabeza hacia el cielo)

JOVEN: Buenas tardes (oscuro total)

Comentarios

Vanguardia Plural ha dicho que…
Excelente¡¡¡¡¡¡ Me parece muy bueno. La historia es algo perversa y desde que empezó a dudar sabía que el era el asesino y me pareció bastante casualidad pero supongo es totalmente intencional. Además cuando se empieza hacer juicios hay una protesta y el jucio pasa a la comprensión anterior, eso me agradó y dejo que viviera con su pena …

Tengo dos dudas de la redacción, en la parte final dice “Nada más que la con e l hombre de saco y corbata y eso si me calo” no está algo mal o no entiendo bien y en “comparto se sentimiento” su pongo es “su sentimiento”.

Muy bueno Ana. Escribes muy interesante.
hola anasella.
que chida obra de tan reluciente y atemporal tema; me parece bueno el ritmo y muy chingona la intencion de perversion, ya que me cautivo de sobremanera. lo que me desagrado fue el final tan abierto que manejaste; como consejo yo te diria que mejor la trataras en la dinamica de actos, para que el final no sea tan ambiguo. de ahi en fuera, pos nada, me facino la narrativa, lo soft del suspenso, la sorpresa de saber quien habia asesinado a la muchacha, la filosofia tan bien llevada de la persona adulta, la seleccion de palabras y lo bien que estan dispuestas en todo el texto. gracias por escribirlo y por las diversas y exquisitas imagenes que me regalaste con tu manera tan linda de escribir.
namaste!!!
willie gelamaka
Guillermo Vega Zaragoza ha dicho que…
Quiobas.

Ya te linquié en mi blog.

¿Por qué no me habías dicho que ya tenías el tuyo?

Échale un vistazo al mío.
ombloguismo.blogspot.com

Besos

G.

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