Embeleso de mi triste día, cobijo de cristal que de tiempo en tiempo haces clap, clap. Contigo se mece mi anhelo, un primigenio deseo. Va y viene mi sangre sin descansar Dador de atemporales señales, a tu vera los lunares son estrellas que un mago logra descifrar Guardador de secretos, cómplice de milenarios tiempos cupido de sal, delirio nocturno en par, que me prestas ojos para andar una alfombra de espejo donde el alma acompañada puede reposar. Contenedor de carnadas, que una esperanza arroja sin dudar, no pases como el tiempo, no quedes en recuerdo, sé memoria palpable que yo pueda abrazar.
Ahora resulta que estudiantes, investigadores, intelectuales, políticos, burócratas -los nombro a ellos por ser representantes de la UNAM y del Gobierno del Distrito Federal- se volvieron abstemios e impugnadores de la historia, la tradición y la cultura popular. Quiero imaginar a Chava Flores cantando tristemente sobre el canticidio y pulquicidio que en los últimos años las autoridades mochas e hipocritonas del GDF, y ahora –lo que faltaba- de la Universidad “autónoma” y defensora del libre pensamiento han cometido. Si el año pasado iniciamos con el cierre de al menos tres pulquerías -que en verdad eran reliquias del Centro Histórico, porque no sólo lo son las cajas halladas en las torres de La Catedral-, este año no ha sido menos lamentable, recientemente cerró sus puertas la pulquería Las Duelistas, que era atendida por don Arturo Garrido Aldana, en la calle de Aranda 28. Querido por muchos jóvenes y, valga decirlo, muchachitas que lo llamaban con cariño Don Artur , el dueño de esta...
Multi-identidad y contracultura, entre lo culto y lo pagano Anasella Acosta C oloca a San Judas entre sus piernas. Se retoca las pestañas. Domingo 28 de septiembre, metro Impulsora, 12:30 de la tarde. Se encuentra con Berenice de unos 15 años. Visten pantalones ajustados, cabello engomado. Su actitud es coqueta, como si asistieran al encuentro de un amor primerizo. Trasborde en Guerrero. Destino: metro Hidalgo, Templo San Hipólito. Anuncios fluorescentes en los que se lee “San Juditas” indican la salida correcta. Grupos de jóvenes abrazan orgullosos, quizá altaneros y desafiantes, la efigie de San Judas Tadeo en hueso, madera, plástico o yeso; se lo visten, estampado en pla yeras o en túnica blanca y manto verde; se lo cuelgan de las muñecas o del cuello en escapularios, rosarios y cuentas circulares; se lo tatúan en los brazos y el pecho. Esquina Guerrero y Zarco, Centro Histórico. De a diez, de a diez, llévelo, llévelo, de a diez. El San Jud...
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