Adiós a la cantina El Nivel y la pulquería Las Duelistas
Ahora resulta que estudiantes, investigadores, intelectuales, políticos, burócratas -los nombro a ellos por ser representantes de la UNAM y del Gobierno del Distrito Federal- se volvieron abstemios e impugnadores de la historia, la tradición y la cultura popular. Quiero imaginar a Chava Flores cantando tristemente sobre el canticidio y pulquicidio que en los últimos años las autoridades mochas e hipocritonas del GDF, y ahora –lo que faltaba- de la Universidad “autónoma” y defensora del libre pensamiento han cometido.
Si el año pasado iniciamos con el cierre de al menos tres pulquerías -que en verdad eran reliquias del Centro Histórico, porque no sólo lo son las cajas halladas en las torres de La Catedral-, este año no ha sido menos lamentable, recientemente cerró sus puertas la pulquería Las Duelistas, que era atendida por don Arturo Garrido Aldana, en la calle de Aranda 28. Querido por muchos jóvenes y, valga decirlo, muchachitas que lo llamaban con cariño Don Artur, el dueño de esta pulcata -tercera generación dedicada al pulque- preparaba ricos curados de avena, piña y piñón, y nunca faltaban los de ajo (pulque blanco, el más barato, de ahí su apelativo; de a jodido).
Todas las tardes Las duelistas estaba llena, y a diferencia del flaco favor que críticos gourmeteros de revistas reseñeras de restaurantes -que previa paga encargan hablar bien de sus negocios-, le hacen a la bebida con mayor historia en México, al decir que a los jóvenes no les gusta el pulque y prefieren la cerveza, el público fuerte de Las duelistas eran jóvenes de unos 18 años a 35 años.
En noviembre pasado tuve oportunidad de platicar con Don Arturo, ya me avisaba entonces de la posibilidad del cierre de la pulcata, las autoridades del GDF le pedían cumplir con las disposiciones de los establecimientos comerciales: Contar con estacionamiento, salida de emergencia, área para fumadores, seguro para sus clientes, en fin, disposiciones alejadas e ignorantes de las cualidades de las pulquerías, de su origen, de su sobrevivencia, de su tradición, de su forma peculiar de ser parte de la cultura popular. Sólo faltaba que le pidieran a don Arturo que prohibiera a sus parroquianos decir malas palabras o les exigiera ir vestidos de etiqueta…
La mayoría de los chavos que iban a Las Duelistas no tenían coche, y si lo tenían no iban en éste, es el Centro imposible meterse en coche al Centro, claro que eso no lo entienden los yuppies que por arribismos han logrado colarse a la jefatura de gobierno o a puestos claves en el DF, no sería extraño que se tratara de las mismas personas que derriban edificios considerados patrimonio de la humanidad arguyendo preocupación por el ambulantaje, por qué mejor no crean fuentes de trabajo, bien remuneradas y con todos los derechos laborales que la ley establece. Y aquí vale preguntarse cuánta gente paga el GDF para llevar a cabo sus proyectos populistas a botepronto, y digo paga porque no se trata de contratarlas con bases laborales.
El vaso de pulque costaba entre 8 y 15 pesos, don Arturo pagaba de renta 15 mil pesos, y el GDF le exigía todo aquello de lo que ya hablamos. Impensable comparar el dineral de las parrandas que se avienta un político pagando botellas y botellas de whisky, o cogñac –para estar ad hoc con el personaje más vergonzoso de la historia contemporánea de México, el gober horroroso- al dueño de un restaurante de Polanco.
Don Arturo optó por cerrar. Así como optan miles de campesinos por dejar el país, para irse a trabajar a tierras más rentables, y como dicen los intelectualoides televisos, la pobreza existía en el campo antes del TLCAN, claro, por eso en la década de los cuarenta y cincuenta se dio la migración a las urbes, pero después del TLCAN las condiciones son insostenibles, por eso se migra a Estados Unidos y Canadá.
En fin, cerraron Las Duelistas y con ellos se acabaron los curados, y el empleo de las seis u ocho personas que trabajaban con don Arturo de forma directa, pero de cuyo negocio dependían más personas, porque Don Arturo traía el pulque de Tlaxcala, y en ese proceso se debe incluir a las personas que plantan los magueyes, a quienes los cuidan y los raspan, a quienes se encargan de la fermentación, y de la venta y transportación. GDF, gracias por contribuir a la extinción de la bebida con mayor historia de México, que también debería desde hace mucho tiempo formar parte del patrimonio intangible de nuestro país.
En fin nada es de extrañar de parte de los burócratas y políticos, pero de la Universidad… que la UNAM haya peleado por derribar la historia de un lugar, cual Marcelo Ebrard enredado en sus proyectos populistas no planeados y no pensados, pugnando por la propiedad de un localito, porque quien haya ido a El Nivel sabe que se trata de un local pequeño, cuya valía radicaba más en la existencia de esa cantina histórica atendida por Rubén Aguilar que en el número de metros cuadrados que la albergaban.
Tal vez Rubén Agurire logre reubicar El Nivel en otro lugar, pero no será lo mismo, qué pasará con el sitio cargado de energía por el cúmulo de situaciones ocurridas al paso de los años, qué será ahora ese lugar que nos hacía pertenecer, querer, amar, pelear, defender. La UNAM parece colocarse en el mismo nivel del GDF: derriban la historia y las tradiciones populares. Eso hace también el gobierno estadunidense, eso hizo en su invasión -ilegal, autoritaria, imperialista, inhumana- a Irak, derribar los edificios con mayor Historia, y saquear museos y bibliotecas que dieran cuenta de la cultura oriental en ese lugar.
No sólo los bohemios estamos de duelo, lo estamos todos los que hemos sido formados y forjados al abrigo de la Historia de México y su cultura popular, de su forma de sobrevivir en un mundo polarizado, en el que nos inventamos formas de subsistir que cuando menos lo pensamos nos son arrebatadas en nombre de una presunta legalidad, ese tititupuchal de palabras inventadas para legitimizar el despojo, ahora hasta de los espacios de relajamiento.
Si el año pasado iniciamos con el cierre de al menos tres pulquerías -que en verdad eran reliquias del Centro Histórico, porque no sólo lo son las cajas halladas en las torres de La Catedral-, este año no ha sido menos lamentable, recientemente cerró sus puertas la pulquería Las Duelistas, que era atendida por don Arturo Garrido Aldana, en la calle de Aranda 28. Querido por muchos jóvenes y, valga decirlo, muchachitas que lo llamaban con cariño Don Artur, el dueño de esta pulcata -tercera generación dedicada al pulque- preparaba ricos curados de avena, piña y piñón, y nunca faltaban los de ajo (pulque blanco, el más barato, de ahí su apelativo; de a jodido).
Todas las tardes Las duelistas estaba llena, y a diferencia del flaco favor que críticos gourmeteros de revistas reseñeras de restaurantes -que previa paga encargan hablar bien de sus negocios-, le hacen a la bebida con mayor historia en México, al decir que a los jóvenes no les gusta el pulque y prefieren la cerveza, el público fuerte de Las duelistas eran jóvenes de unos 18 años a 35 años.
En noviembre pasado tuve oportunidad de platicar con Don Arturo, ya me avisaba entonces de la posibilidad del cierre de la pulcata, las autoridades del GDF le pedían cumplir con las disposiciones de los establecimientos comerciales: Contar con estacionamiento, salida de emergencia, área para fumadores, seguro para sus clientes, en fin, disposiciones alejadas e ignorantes de las cualidades de las pulquerías, de su origen, de su sobrevivencia, de su tradición, de su forma peculiar de ser parte de la cultura popular. Sólo faltaba que le pidieran a don Arturo que prohibiera a sus parroquianos decir malas palabras o les exigiera ir vestidos de etiqueta…
La mayoría de los chavos que iban a Las Duelistas no tenían coche, y si lo tenían no iban en éste, es el Centro imposible meterse en coche al Centro, claro que eso no lo entienden los yuppies que por arribismos han logrado colarse a la jefatura de gobierno o a puestos claves en el DF, no sería extraño que se tratara de las mismas personas que derriban edificios considerados patrimonio de la humanidad arguyendo preocupación por el ambulantaje, por qué mejor no crean fuentes de trabajo, bien remuneradas y con todos los derechos laborales que la ley establece. Y aquí vale preguntarse cuánta gente paga el GDF para llevar a cabo sus proyectos populistas a botepronto, y digo paga porque no se trata de contratarlas con bases laborales.
El vaso de pulque costaba entre 8 y 15 pesos, don Arturo pagaba de renta 15 mil pesos, y el GDF le exigía todo aquello de lo que ya hablamos. Impensable comparar el dineral de las parrandas que se avienta un político pagando botellas y botellas de whisky, o cogñac –para estar ad hoc con el personaje más vergonzoso de la historia contemporánea de México, el gober horroroso- al dueño de un restaurante de Polanco.
Don Arturo optó por cerrar. Así como optan miles de campesinos por dejar el país, para irse a trabajar a tierras más rentables, y como dicen los intelectualoides televisos, la pobreza existía en el campo antes del TLCAN, claro, por eso en la década de los cuarenta y cincuenta se dio la migración a las urbes, pero después del TLCAN las condiciones son insostenibles, por eso se migra a Estados Unidos y Canadá.
En fin, cerraron Las Duelistas y con ellos se acabaron los curados, y el empleo de las seis u ocho personas que trabajaban con don Arturo de forma directa, pero de cuyo negocio dependían más personas, porque Don Arturo traía el pulque de Tlaxcala, y en ese proceso se debe incluir a las personas que plantan los magueyes, a quienes los cuidan y los raspan, a quienes se encargan de la fermentación, y de la venta y transportación. GDF, gracias por contribuir a la extinción de la bebida con mayor historia de México, que también debería desde hace mucho tiempo formar parte del patrimonio intangible de nuestro país.
En fin nada es de extrañar de parte de los burócratas y políticos, pero de la Universidad… que la UNAM haya peleado por derribar la historia de un lugar, cual Marcelo Ebrard enredado en sus proyectos populistas no planeados y no pensados, pugnando por la propiedad de un localito, porque quien haya ido a El Nivel sabe que se trata de un local pequeño, cuya valía radicaba más en la existencia de esa cantina histórica atendida por Rubén Aguilar que en el número de metros cuadrados que la albergaban.
Tal vez Rubén Agurire logre reubicar El Nivel en otro lugar, pero no será lo mismo, qué pasará con el sitio cargado de energía por el cúmulo de situaciones ocurridas al paso de los años, qué será ahora ese lugar que nos hacía pertenecer, querer, amar, pelear, defender. La UNAM parece colocarse en el mismo nivel del GDF: derriban la historia y las tradiciones populares. Eso hace también el gobierno estadunidense, eso hizo en su invasión -ilegal, autoritaria, imperialista, inhumana- a Irak, derribar los edificios con mayor Historia, y saquear museos y bibliotecas que dieran cuenta de la cultura oriental en ese lugar.
No sólo los bohemios estamos de duelo, lo estamos todos los que hemos sido formados y forjados al abrigo de la Historia de México y su cultura popular, de su forma de sobrevivir en un mundo polarizado, en el que nos inventamos formas de subsistir que cuando menos lo pensamos nos son arrebatadas en nombre de una presunta legalidad, ese tititupuchal de palabras inventadas para legitimizar el despojo, ahora hasta de los espacios de relajamiento.
Comentarios
Bienvenida, feliz año.
Y postea más seguido, necesitamos tu crítica.
Es una lástima que ocurran estos cierres, y tras sus cortinas se va quedando toda esa tradición y ese sabor que sólo se puede vivir en las pulquerías.
Te invitamos a visitar nuestro sitio:
www.proyecto-oxido.wikispaces.com
En el cuál próximamente aparecerá un apartado de documentación sobre estos lugares.
Te invitamos también a ser parte de esta experiencia asistiendo el próximo viernes 09 de mayo de 2008, a las 16:00, a la pulqueria La Risa (Mesones 71, col. Centro) para una beberecua de discusión sobre este tema, entre otros.
Esperamos que te animes a acompañarnos.
¡Salud!
Felizmente ha regresado Don Artur !!
Vayan, no dejen de visitarlo !!