De la Suite Vitoria, pasando por la Adelita y El Sinaloense a Duke Ellington
Qué manera de entregarse. De pronto el Auditorio Nacional fue el océano; ellos y nosotros, la marea. Ellos: la Jazz at Lincoln Center Orchestra, con el trompetista Wynton Marsalis al frente; el cubano Paquito D’Rivera, el Cuarteto Flamenco del pianista Chano Domínguez —entre quienes se cuenta a Daniel Navarro en el baile flamenco—, el baterista mexicano Antonio Sánchez, el arpista Edmar Castañeda, el bajista peruano Óscar Stafnaro, el trompetista argentino Diego Urcola, y el magistral bailarían de tap Pared Grimes, venían a bañar nuestras playas con sus sincopas sanadoras, y nosotros regresábamos esa marea en aplausos prolongados, y en ese vaivén uno podía decir que bien había valido toda la penuria de vivir. El Concierto fue un encuentro constante entre tradiciones musicales, una especie de hermandad sincopada: jazz, flamenco, y de México lo inimaginable: un jazzeado corrido de la revolución: y si Adelita se fuera con otro…, cantado por la voz del sax d...